miércoles, 28 de marzo de 2007

Conversaciones conmigo mismo

Esta noche me ha visitado en sueños mi otro yo.

¿Cómo estás?. Encantado de conocerte, ¿y tú?. Pues igual que tú, como voy a estar. Siempre andas haciendo preguntas retóricas, vacías. Pues empezamos bien, ¿has venido a desvelarme?.

No, he venido a preguntarte cuál es tu problema. Ninguno (me mentí a mi mismo), ¿y el tuyo?. Pues que estoy a gusto contigo, ese es mi problema. ¿Y cómo puede ser un problema estar encantado conmigo mismo?. Pues porque pensando así no hay manera de cambiarme ni de que cambies tú. Porque cosas malas tienes, ya lo sabes. Ya, pero no son un obstáculo insalvable. Para ti, pero para los demás son incómodas. Bueno, oye, pues que cada palo guante su vela. Yo no tengo la culpa de las debilidades de los demás.

Ya, lo que pasa es que tu vela soy yo y te estoy pidiendo que recapacites, que no sólo me aguantes sino que me apoyes. Y así como te contienes conmigo, lo hagas con los demás porque el problema, en realidad, lo tienes tú. Esta bien, lo que dices parece razonable pero es la última vez que te hago caso, te lo prometo. Siempre que te hago caso, me cuesta un esfuerzo terrible.

¿Y qué quieres que haga?. Que escuches. Que hables. Que te comuniques. Que no te enfades. Que ayudes. Que aguantes. ¿Ves? Lo sabía. Me va a costar un ojo de la cara. Es que te conozco como si te hubiera parido. Pues no me has parido pero me has visto nacer. Y crecer. Y quiero que crezcas conmigo porque me parece que te has vuelto excesivamente duro y carente de sensibilidad. Así no puedes seguir. Es más: nunca has sido así. Vale, vale, menos sermones ¿eh? que tienes razón. Pues menos mal que estabas a gusto conmigo, porque me estás machacando ¿Es que nunca paras de hablar?. A eso me refiero. Eres capaz de escucharme a las 1 de la mañana pero a los demásno les aguantas ni 5 minutos. Interésate por lo que cuentan los demás, por sus problemas, tanto como escuchas a tu propia conciencia.

Esta bien, esta bien, tienes razón. Tengo que hacer un esfuerzo. Pero no por los demás, que no son culpables de nada, sino por mi propio bien (cerré los ojos convencido de mi determinación). Así me gusta. Venga, anda, ya puedes dormir tranquilo.


Y he dormido del tirón hasta que el implacable despertador me ha sobresaltado a las 7 de la mañana.

1 comentario:

Lynnsinhill dijo...

Pero habéis recapacitado, y él te ha prometido cambiar por ti y por él, qué bonito, la comunión de todo, desde luego kafkiano pero de este siglo.

saludos