lunes, 12 de marzo de 2007

12-M

Vista del interior del monumento de homenaje a las víctimas del 11-M.
Agencia EFE. 2006.


















Ayer fue el tercer aniversario del peor atentado terrorista que ha sufrido España y, por extensión política, Europa, en toda su historia: el atentado del 11-M en Madrid, en el que 191 seres humanos inocentes fueron masacrados como animales.

No tengo palabras para calificar semejante atrocidad cometida en nombre de Dios. El mandamiento divino “no tomarás el nombre de Dios en vano” adquiere aquí un significado absoluto. Porque somos capaces de este tipo de brutalidades es por lo que este mandamientos salí de la mismísima boca del Buen Dios.

Por supuesto que Dios nunca ordenaría que nos matáramos entre nosotros, entre sus propios hijos. Dios nunca ordenaría ninguna masacre fratricida, así como un buen padre nunca instigaría el odio entre sus vástagos.

Son los hombres los que provocan el odio, los que matan, los que intentan excusar su barbarie utilizando el nombre de Dios en vano.

Pero esto no le preocupa al Buen Salvaje. Los autores materiales ya están siendo juzgados por los hombres y tened la certeza de que serán juzgados por Dios en la otra vida.

Lo realmente preocupante es que una de las víctimas siga pensando en culpabilizar a otros. En su lógica búsqueda de culpables, esta persona olvidó el sentido común y la calma, ambos difíciles de mantener ante la pérdida de un ser querido.

El sentido común le diría que ni Aznar, presidente del gobierno cuando se perpetró el atentado, ni Acebes, ministro de interior del gobierno de Aznar, apretaron el botón que hizo explotar las bombas en los trenes. Si acaso se les podría acusar de ingenuos, crédulos, inexpertos, incautos e, incluso, de imprudentes, al no ser capaces de prever semejante daño pero, ¿quién es capaz de prever tanta crueldad?

Por otro lado, la calma le hubiera mantenido a salvo de la manipulación política que venimos sufriendo desde ese fatídico día. No importa lo que digan periodistas, políticos o “grupos de presión” acerca de este tema. Lo único que importa es tomar las medidas adecuadas para que no vuelva a suceder, coger a todos los asesinos, castigarles según la ley y no olvidar nunca a los seres humanos que perdieron la vida por un estúpido fanatismo. Nada más (y nada menos).

Y eso es lo que deben reivindicar las víctimas, poniendo así los puntos sobre las íes, y no dejar que tanto unos como otros, gasten energías en frívolos y despreciables debates.

Es la hora de las víctimas, no de la política.

1 comentario:

Lynnsinhill dijo...

Yo me pronuncio a favor del recuerdo apolítico. Todo lo demás son pataletas de político.