viernes, 7 de enero de 2011

¿Realmente Dios juega a los dados?


Cada día me gusta más Benedicto XVI como cabeza de la Iglesia Católica, aunque mi Papa siempre será Juan Pablo II.

Acaba de hacer bufar a todos los científicos, agnósticos y escépticos del planeta (todos esos que no paran de repetir que no creen en los milagros, sólo en la ciencia) diciendo que "El universo no es resultado del azar, como algunos quieren hacernos creer".

Muchos dirán que la ciencia no intenta demostrar ni desmentir la existencia de Dios, por lo que los católicos no deberían meterse en las cosas de la todopoderosa ciencia, pero Stephen Hawking, la máxima autoridad científica del siglo XX y principios del XXI, había declarado recientemente que "no es necesario invocar a Dios para que encienda la mecha y ponga el universo en funcionamiento", por lo que hacía falta una réplica de la máxima autoridad en Dios del siglo XXI.

Parece ser que para muchos científicos lo inteligente es pensar que el caos lo domina todo, que nada tiene consecuencias ni causas y que la ciencia es el único camino para alcanzar la verdad, ¿tan extraño les resulta la idea de un Ser Superior cuando la tiene todo hombre desde su más tierna infancia? incluso los prehistóricos apelaban y rezaban a fuerzas superiores...

Yo creo que, a fuerza de buscar novedades, la ciencia se ha apartado de lo realmente importante: explicar las cosas temporales y materiales, sin importar que Dios las haya puesto ahí. Negar categóricamente la Intervención Divina es, como dice el Papa, "limitar la mente" y no querer ir más allá.

Incluso Einstein, al que repugnaba el principio de indeterminación de la mecánica cuántica (base del caos), le escribió una vez a su colega Max Born el siguiente pensamiento:

"Usted cree en un Dios que juega a los dados, y yo creo en la ley y el orden totales en un mundo que existe objetivamente y que, de un modo absurdamente especulativo intento aprehender. Yo creo firmemente, pero abrigo la esperanza de que alguien descubrirá un modo más realista o más bien una base más concreta que la que me ha tocado en suerte hallar"

La única verdad es que la ciencia nunca conseguirá explicar el Amor, el pensamiento trascendental ni la belleza. Ni mucho menos la existencia de Dios, que es una cosa tan obvia, que muchos no la ven allá por donde caminan.