miércoles, 12 de septiembre de 2007

"Deconstruyendo" el cuento


Apenas unos meses antes de estallar la guerra civil, en el congreso hubo un encarnizado debate en el que se puso de manifiesto la enorme crispación que existía en aquel primer tercio de siglo, en todos los ámbitos de la sociedad española. Incluso algún diputado, que debía estar ya bien informado, vaticinó ese levantamiento militar rebelde, que ya todos recordamos tristemente como el inicio de la guerra civil española.

Es el único caso que salta a mi corta memoria histórica en que los españoles, sabiendo indudablemente lo que iba a ocurrir (ya que las señales eran inequívocas) dejaron que ocurriera ineludiblemente.

Desde entonces, parece que en los círculos sociales y políticos españoles tengamos, grabado a fuego, el cuento de aquel niño bromista llamado Pedrito. Sí, sí, aquel que gritaba “¡que viene el lobo!”, para cachondearse con el pánico que despertaba su alarma en todos los demás y, a la cuarta vez que gritó, el lobo vino de verdad y se lo comió, porque nadie le fue a socorrer, cansados de su broma.

Y es que en España parece que siempre viene el "lobo".

La oposición al gobierno (sea verde, amarilla, roja o azul) se encarga de que cualquier movimiento, cambio, propuesta, etc... en fin, de que cualquier cosa que salga de los despachos del gobierno electo, sea considerado como “lobo” a punto de atacar, acusándolo de comerse todo lo conseguido hasta ese momento.

El “lobo” de las elecciones de 1982 vino con el PSOE, ganador en esos comicios. Y no pasó nada, ni siquiera fue instaurada la famosa “dictadura del proletariado” que vaticinó la oposición de aquel tiempo.

Apareció entonces un nuevo “lobo”: el de la entrada en la OTAN. Y volvió a ser una falsa alarma. Fue incluso un gran avance en el proceso de apertura español, después de una dictadura larga y auto-excluyente.

Lo mismo ocurrió con el “lobo” de la entrada en la UE. Y no sólo no nos ha comido, sino que nosotros nos hemos comido a la UE.

Luego se anunció al “lobo” de la derecha y desde luego, yo no vi a Franco levantarse de su tumba para presidir el gobierno de Aznar. Al menos, hasta hoy no tenemos noticia de semejante resurrección, aunque desde ciertos partidos, no dejen de culpar de todos los males a este fiambre fascista con fines electorales, sin dejar que descanse en paz (y en silencio).

Y a partir de este tercer “¡que viene el lobo!”, ya nadie debería hacer caso a Pedrito, pero no es así. Seguimos, como tontos, gritando aterrados a la primera voz de alarma.

Hoy en día, gobierno y oposición compiten para ver quién nos mete más miedo en el cuerpo, soltando un montón de augurios funestos. Pero a mí no me engañan otra vez. Se acabaron las tomaduras de pelo.

Ni el “lobo” es la derecha, ni el “rebaño” es la izquierda: Los dos son Pedrito. Y el “lobo”, mientras tanto, campa a sus anchas por la pradera, ajeno completamente a las manipulaciones de los políticos.

Y como resultado de estas mentiras, toda la sociedad se ha infectado por un miedo irracional a todo:
Que te van a despedir si haces esto o lo otro
No hagas eso, que vas a ir a la cárcel
No hables con cristianos, que te comen el coco
¡Cuidado! ¡Un árabe!
No pasees por la noche, que te atracan y te violan

Y así un largo etcétera al que, si hiciéramos caso, no saldríamos de casa nunca.

La recomendación de El Buen Salvaje es que transites por el camino que te dicten tus principios, tu sentido común (que lo tienes, de verdad, que nadie te lo arrebate) y tu inteligencia. Y no des crédito a los que, sin saber, te prevengan de peligros que no han ocurrido todavía, ni ocurrirán.

Piensa por ti mismo.