viernes, 27 de abril de 2007

no todo es así

John Forbes Nash, famoso matemático cuya vida fue llevada al cine por medio de la fantástica película Una mente maravillosa (2001), ganó el Premio Nobel de Economía en 1994 por el desarrollo realizado dentro de la rama matemática conocida como teoría de juegos, con interesantes aplicaciones en muchos ámbitos de la sociedad del Homo Moderno: política, economía e incluso negociación empresarial.

Dichos avances se pueden sintetizar (mucho) con su famoso “dilema del prisionero”, que me ha hecho recordar una cosa importante de la vida.

Os copio pongo el enunciado:

Dos presuntos asaltadores de diligencias son detenidos por el sheriff. Les dicen (por separado) que si uno confiesa y el otro no, el que cante saldrá libre y el que niegue los cargos pasará a la sombra 10 años.
Si los dos confiesan, les caerán 6 años por barba.
Y, por último, si ninguno de los dos se delata, sólo podrán condenarlos a 6 meses de trabajos forzados por un delito menor.


Vosotros, ¿qué haríais?

Antes de contestar, debo confesar que, así, a botepronto, a El Buen Salvaje se le presentan un par de dudas absurdas sobre este dilema, como por ejemplo:

1) Con este sistema de premios y castigos ¿Podría pasar que premie al culpable y se enchirone al inocente? Según este supuesto, el delincuente confeso, aunque fuera culpable, quedaría sin castigo. Entonces, ¿Estaría el sheriff premiando la sinceridad o el “oportunismo” del malhechor?

2) En caso de que los dos se declararan culpables, ¿por qué sólo les condenan a seis meses, si los dos han cometido el delito? Es bastante injusto ¿no?

Pero bueno, esta historia, enunciada mediante fórmulas matemáticas y esas cosas, cuadra a la perfección (como en el famoso e interesante caso de mecánica cuántica llamado “El gato de Schrödinger”), y de esta manera, simplificado con palabras, tiene muchas lagunas.

Así que atengámonos al ejemplo y dejémos las monsergas para otra ocasión.

Resulta que, si buscaras tu propio beneficio y confesaras, esperando que el otro no lo haga, ambos podríais salir muy escaldados, al confesar los dos y llevaros la pena máxima (6 años por barba, 12 años en total) o salir totalmente victoriosos por que uno de los dos no confesase (absolución para el confesado y pena máxima para el que se calle).

Resulta curioso comprobar como, en este escenario de “negociación”, la colaboración entre los malhechores, por muy malhechores que sean, resulta mucho más fructífera que la “traición” de ambos. Partiendo de la base de que fueran inteligentes, barajaran las posibilidades de una manera matemática y confiaran el uno en el otro, lo lógico sería decidir no cantar, ya que las consecuencias (en el caso de que el otro callara también) serían muy beneficiosas, comparado con el castigo de las otras opciones.

Después de mucho discurrir, la conclusión a la que El Buen Salvaje ha llegado coincide con uno de los valores más importantes que me han inculcado mis salvajes padres: Siempre es mejor ser optimista y confiar en las personas, que intentar sacar tajada y salir trasquilado.

Es mejor buscar el bien común que el beneficio propio, vamos.

He puesto en práctica muchas veces este dilema sin proponérmelo, y la mayoría de ellas he conseguido beneficiar a muchas partes. Varias decepciones me he llevado e Incluso algunas veces he fracasado estrepitosamente, pero os puedo asegurar que la satisfacción personal es mucho más grande cuando uno busca el bien común que cuando intenta buscar el máximo beneficio personal.

1 comentario:

mireias32 dijo...

La verdad es que últimamente esto de confiar en la bondad humana está un poco de capa caida
Besos de miércoles
Lady Bourbon