jueves, 12 de febrero de 2009

Política española: ¿producto o vocación?

Mi querido y siempre menospreciado Risto Mejide fue el primero que se atrevió a predecir y a “inducir”, de alguna manera, la concepción global de “producto” que nos ha tocado asimilar en España.

En la sociedad del siglo XXI todo es un “producto”: una persona, una cosa, un animal, una fiesta, un mercado, una forma de pensar,… Todo es susceptible de promocionarse, de publicitarse, de crear necesidades, de venderse, de mostrarse, de anunciarse, de negociarse.

En el extranjero lo saben hace bastante tiempo (Sarkozy y su archi-exhibida primera dama exmodelo; la rimbombante operación “libertad duradera”; el famoso “Yes, we can”; etc.) pero ya se sabe que España, aunque hace tiempo que se abrió al exterior, parece condenada a ser el surfista torpe que nunca coge a tiempo las nuevas olas.

Aunque el PP del himno bakalaero aplicó la lección con maestría, ZP y su ceja le han superado con creces y están de rabiosa actualidad (nunca mejor dicho). No he seguido con detalle la campaña de las elecciones vascas, pero creo que el cartel del “Txé” Ibarretxe se parece bastante al de Obama y ya no quiero ni pensar la que pueden montar en Cataluña cuando les toquen elecciones, siendo tierra de cultivo de “creatas”.


Hasta la fe en Dios se ha convertido en una campaña publicitaria en los autobuses...

Y aquí llegamos al punto que me preocupa: ¿Es posible hacer de todo una pose, una apariencia, una postura fingida? ¿Puede llegar todo a convertirse en un eslógan?

Porque los “productos”, si no tienen una calidad mínima, acaban por caducar, por pasar de moda, por sustituirse por otros con una publicidad mejor y un eslógan más agresivo.

Se agradece que, al menos una parte de la política española, además de ser un “producto”, consideren cosas más importantes: luchar por principios, valores y derechos fundamentales en favor de los ciudadanos a los que representan.

Por lo menos una minoría sabe que hay profesiones, actividades y situaciones en la vida que son objeto de vocación y no de mercadeo.

5 comentarios:

Mamen dijo...

Todos los políticos me parecen unos hipócritas, sólo les interesa el dinero aunque su prestigio esté por los suelos. En Japón ocurre todo lo contrario, los políticos no tienen un gran sueldo, sólo llegan a ministro los que destacan en las mejores universidades de Japón. Y les tienen verdadero aprecio.

Por cierto, he empezado a leerte hoy, aunque somos completamente opuestos xD

Un saludo

El Buen Salvaje dijo...

Tengo un compañero de trabajo (argentino, que vos sabés que tienen solución para todo) que también dice que habría que bajarles el sueldo, ponerles un examen de oposición y exigirles que sólo puedan salir elegidos una vez por cargo.

No sé. Puede que funcionara.

Se agradece tu empeño por leerme, a pesar de que parezca que diferimos mucho. Y digo que sólo lo parece porque, como mis opiniones suelen ser tan "concretas" (llamémoslo así, en vez de "radicales"), suelen levantar ampollas.

Saludos salvajes.

chüpetina dijo...

lo de la cowparade, según ponen en su web, se financia a base de patrocinadores y con la subasta final de las vacas.

pero claro, algunas de las vacas están patrocinadas por el propio ayuntamiento.

en cuanto a los políticos... el poder es como el anillo de Frodo, que lo corrompe todo. así que si hay alguno bueno, se lo comen por el camino.

besos babosos

Mamen dijo...

Tenemos tantos personajes históricos que en su día fueron buenos pero el poder les corrompió. Se quedan como Gollum xDD

El Buen Salvaje dijo...

Chüpe, Mamen, Deduzco habláis de Mª Teresa Fernández de la Vega ¿no?

Saludos salvajes