lunes, 12 de febrero de 2007

La búsqueda de la verdad

"Arte Urbano: el Mono Sapiens"
Madrid. 2006.




















Hoy, 12 de febrero, se celebra el cumpleaños de Charles Darwin, un buen salvaje injustamente perseguido durante mucho tiempo.

En contra de lo que puedan pensar muchos, su libro “El Origen de las Especies”, en el que explicaba y basaba su famosa teoría de la evolución y la selección natural, ha sido uno de los avances más significativos de la humanidad y no entra en conflicto con ninguno de los principios religiosos de ninguna de las religiones.

La materia y el espíritu pueden tener características diferentes, aunque estén estrechamente unidos, pero los contemporáneos de Darwin no lo entendían así y pensaron que se trataba de un ataque a sus creencias espirituales: ¿Cómo va a descender el hombre, el amo y señor de la Creación, de un simple mono? ¿Cómo vamos a ser descendientes de un ser “impuro”, nosotros, los hijos de Dios?

En la mentalidad conservadora de la época (y celosamente orgullosa de su condición dominante) no cabía la comparación del hombre con ningún otro ser vivo de la naturaleza.

Darwin tardó en dar a conocer su teoría ya que, siendo un hombre inteligente, se dio cuenta de los problemas que le podían acarrear sus investigaciones, a pesar del prestigio como científico del que ya gozaba, y antes quiso apuntalar bien todas sus conclusiones, buscando hechos irrefutables. Sólo cuando se enteró de que otro colega de profesión se le podía adelantar, apresuró la publicación de sus hallazgos.

Como siempre, mentes retorcidas vieron en su teoría una oportunidad para atacar a la religión, que les imponía una serie de comportamientos que a los egoístas y mezquinos no suelen gustar, y aprovecharon la ocasión. Tal y como lo veo yo, su teoría explicaba el éxito del hombre (y de otros muchos animales) en la carrera por la supervivencia y en ningún momento suprimía el alma humana como causa de este éxito. Y, por supuesto, como científico que era, Darwin nunca utilizó la violencia para defender sus postulados, sino la razón pura basada en la verdad.

La historia de Darwin me ilustra sobre la necesidad de luchar siempre por la verdad, ante cualquier circunstancia, y contra viento y marea. Sin violencia, sin intimidación, intentando llegar a acuerdos, a consensos, a conciliaciones con el mayor número de gente posible.

Y, desde luego, si alguien piensa que una ideología se tiene que defender derramando sangre, mediante la coacción, la intimidación, la mentira o las medias-verdades, la anulación de la singular condición humana, mediante la violencia, el asesinato o la tortura, es que es un necio de tomo y lomo. Nunca el fin nunca ha justificado los medios y, por muy buenas que sean las intenciones, nunca deben imponerse a la fuerza.

Postdata: Como curiosidad, ¿sabíais que la cara del mono en la popular etiqueta del “Anis del mono” pertenece a Charles Darwin? Parece ser que el autor se dejó llevar por aquellas personas que malinterpretaron al científico y protestó de esta manera tan peculiar.



















(Entrada inspirada en el artículo Feliz día de Darwin, de Pepe Cervera)

4 comentarios:

Lynnsinhill dijo...

¿Sabías que la teoría de evolucionismo de Darwin todavía está prohibida su explicación en muchas escuelas de USA?

Todavía andamos sin evolucionar.

Pedro dijo...

Suele pasar, que el voto no siempre coincide con la calidad, saludos y buen blo

Lynnsinhill dijo...

Bueno, vine a ver...

Félix dijo...

Lynn tiene razón. En algunos estados USA está prohibido enseñar el evolucionismo, pero yo creía que la cara del mono del anís era de Rubalcaba (con perdón para el mono).