miércoles, 7 de febrero de 2007

De lo obvio y lo vulgar

Mucho se habla del terrorista De Juana. Demasiado.

Voy a dejar constancia aquí de un par de cosas concretas que he pensado sobre este triste asunto, en el que no volveré a perder tiempo nunca más.

Siempre se ha dicho que el mayor logro del demonio es hacer creer a los demás que no existe. De Juana se ha disfrazado de corderito para esconder el demonio que lleva dentro. Por mucha huelga de hambre, por mucha pena que dé su cuerpo (carcasa de un alma podrida) por mucho que se llene su boca halitosa de la palabra “paz”, pervirtiendo y retorciendo su significado real, espero que no consiga engañar a los españoles. Ni a los extranjeros. Esconder el demonio criminal que lleva dentro, de aquellas personas que abogan por la justicia y que buscan la verdad, debería ser considerado como una tomadura de pelo.

En cualquier parte del mundo, si un ser humano mata a 25 personas, es considerado un asesino en serie, un criminal, un perturbado mental y, como poco, un monstruo. Poco le va a importar a los jueces las quejas, lamentos, justificaciones, huelgas de hambre o lo que quiera o pretenda hacer el asesino para eximirse de culpa. Si hay pruebas de sus crímenes, se le juzga, se le condena y se le encarcela. No existen atenuantes por “motivos políticos” para los asesinos en serie ni reinserción para un reincidente.

He dicho. Y ya he hablado demasiado de este tema.

2 comentarios:

Lynnsinhill dijo...

A mí ese corderito con cuernos no me engaña tampoco, no me preoupa para nada su causa de ficción.

Gundisalvus dijo...

Pues sinceramente yo no creo que la rata esa esté intentando engañar a nadie.

A ver, De Juana es un psicópata. Por encima de cualquier otra consideración es un psicópata. Es decir, no quiere engañar a nadie porque él tiene el absoluto convencimiento de que lo que ha hecho toda su puta vida es lo que hay que hacer: matar, mutilar, secuestrar y torturar. Y todo el que se oponga a ello, coharta su libertad.

El problema no viene del psicópata, para el que deberíamos tener unas leyes adecuadas que lo encerraran en un agujero y se tirara la llave, una vez comprobada su irrecuperabilidad. El problema es que tenemos una patulea de dirigentes que piensa que ese psicópata tiene el mismo derecho que usted y que yo a proponer cosas. Y además, como esa patulea piensa que lo prioritario es que el psicópata esté tranquilo, cabe darle lo que pida, o parte de lo que pida, para conseguirlo.

No sé si me explico...