lunes, 26 de febrero de 2007

Las penas

"Arte urbano - Jean Paul Belmondo y Cary Grant e Ingrid Bergman (Encadenados)".
2006.








El Homo Moderno tiene una inclinación especial al aislamiento social difícil de entender para El Buen Salvaje. Ese refrán que reza lavar los trapos sucios en casa a veces se lleva hasta extremos surrealistas.

Se tapan enfermedades, disgustos y preocupaciones. Se ocultan problemas económicos, personales, matrimoniales y familiares. Se esconden fallecimientos, penurias, tribulaciones o intranquilidad laboral. Se reservan para uno mismo temores, angustias o inquietudes. Se encubren opiniones personales, intereses, planes de futuro o ideas.

Que todas estas cosas no se comuniquen a aquellos que no tienen ningún vínculo personal, me parece lógico. Tampoco hace falta gritar a los cuatro vientos en mitad de la calle. Pero con nuestro silencio, a veces, castigamos sin sentido a aquellos que nos quieren bien.

Hace tiempo, hubo un Hombre (con mayúsculas) que dijo: “la Verdad os hará libres” ¿No es acaso una forma de mentira el encubrimiento de episodios que, aunque dolorosos, son propios de la vida? Con estas mentirijillas nos vamos encadenando poco a poco a nuestras penas, transformándolas en secretos inconfesables e incomprensibles para los demás, lo que nos da una falsa sensación de privilegiados. Permanecemos callados y cada vez más nos acostumbramos a vivir con “nuestro secreto”, castigándonos sin razón.

Como los demás no saben porque sufrimos, se alejan de nosotros, ya que, ante la negativa a compartir con los que queremos la razón de nuestro pesar (“no, no me pasa nada, de verdad”, “es que estoy cansado”, “he dormido poco”), ellos piensan que hemos cambiado, que ya no somos los de antes, que no merece la pena esforzarse, que nos hemos convertido en unos cenizos. No nos comprenden.

Peor es cuando explota esa olla a presión en que se convierte nuestra alma, por las situaciones más tontas.

No es bueno, no es humano y, sobre todo, no es benéfico pensar que vamos a molestar a los demás con nuestras penas.

Lo que molesta a los demás es no conocernos, cuando creen que nos conocen. Que no queramos su ayuda, cuando nos la ofrecen sin reservas. Que pensemos que nuestras pesadumbres son únicas, cuando prácticamente todos tenemos las mismas preocupaciones.

Que dejemos de lado a los que nos quieren, en suma, cuando más los necesitamos. Eso sí que molesta.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Miércoles de Ceniza

"Pirámides: Chitzen Itzá"
Riviera Maya, México. 2004.











Hoy es Miércoles de Ceniza, pistoletazo de salida para la Cuaresma, día en el que la Iglesia Católica propone hacer ayuno y abstinencia como sacrificio para expiar por los pecados cometidos y para comenzar el período cuaresmal con el alma limpia.

El ayuno que se recomienda es: un desayuno normal, una comida frugal y una cena más bien escasa.

La abstinencia dispone no comer carne en el día de hoy. Un sacrificio, en mi caso, bastante incómodo, ya que soy netamente carnívoro.

Y algún que otro sacrificio caerá hoy, porque El Buen Salvaje tiene muchos motivos para cumplir con este precepto:

1) Para comenzar bien este período católico de arrepentimiento, purificación y perdón, para que Dios me conceda los tres.

2) Por todos aquellos que, aún siendo católicos, ya no cumplen con estos pequeños sacrificios por considerarlos inútiles y obsoletos, para que rescaten su fe del abismo de la pereza.

3) Por ese niño prematuro, para que se recupere y logre vivir.

4) Por el padre de mi amiga, que murió ayer, para que haya llegado ya al paraíso y esté disfrutando de un merecido descanso, con todos los que llegaron antes que él.

5) Por mi amiga y su familia, para que encuentren consuelo en el recuerdo y en la esperanza.

6) Por todos aquellos que piensan que las religiones engendran violencia, para que se den cuenta de que el hombre, sin Dios, se pelea entre sí y se abandona en brazos del fanatismo.

7) Por aquellos que piensan que la religión requiere de violencia para su práctica, para que se den cuenta de su error y empiecen a pensar de diferente manera.

8) Por los que, teniendo el conocimiento de lo que significa la Semana Santa, lo vivan como lo que es: una fiesta grande de la cristiandad.

9) Por esa amiga mía que se encuentra pachucha, para que recupere la salud y la alegría (en esto último creo que llego tarde. Y me alegro por ello, porque ya está más animada).

10) Para que mi vida tenga esa coherencia entre mis creencias y mis actos, que muchas veces no tiene.

11) Por que no voy a ocultar que soy católico, apostólico y romano, e incluso me enorgullezco de ello.

Espero que todas estas causas, a las que probablemente uniré otras muchas, provoquen en mí la suficiente motivación para vivir con intensidad este periodo de Cuaresma que se inicia hoy, y me preparen para la posterior Semana Santa, que comenzará el Domingo de Ramos, 1 de abril de 2007.

martes, 20 de febrero de 2007

La noche, el día y un poco de empatía

"Vista desde la habitación 7626 de la clínica de la Concepción"
2007.













La noche del martes al miércoles de la semana pasada estuve durmiendo en la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid. A mi padre le tenían que hacer una batería de pruebas y le ingresaron allí toda la semana, para que fuera todo más rápido y cómodo.

Salí a desayunar por la mañana ya que las cafeterías hospitalarias suelen ser de una calidad ínfima y, la de esta clínica en concreto, peca además de unos precios sobrecargados.

Nada más salir a la calle observé dos cosas, acerca del entorno hospitalario, en las que nunca me había fijado y que me parecieron curiosas:

Una: Siempre hay un quiosco y un puesto de flores a la entrada de cualquier hospital. No sé porqué nunca encuentro más puestos de este tipo en las cercanías. Es la constatación empírica del clásico monopolio.

Dos: Se distingue perfectamente a familiares y amigos de los pacientes, de los médicos y auxiliares que atienden el hospital. Los primeros andan presurosos y con cara de preocupación, la mayoría con la mirada puesta en el suelo y agarrados del brazo de su acompañante, formando una piña. Los segundos andan despreocupados, sonrientes y alegres, aunque el tiempo no acompañe y esté lloviznando, como era el caso.

Como iba yo solo a desayunar, me dio por pensar en la famosa teoría acerca de esos espíritus que el Homo Credulis, capitaneado por Iker Jiménez, llama fantasmas, y que dice así: en el sitio donde ocurren o han ocurrido desgracias, allí hay más ectoplasma y, con toda probabilidad, más fantasmas y fenómenos para-anormales que en ningún otro sitio del planeta.

Si esto fuera cierto, las urgencias de cualquier hospital deberían contratar a un equipo externo de cazafantasmas, porque se ve que la gente llega muy desgraciada a esa zona del hospital. Y deberían salir unas plazas como personal interino dicho equipo en la parte de enfermedades terminales, porque allí si que hay muchísimas desgracias. Y, directamente, deberían ser forenses-cazafantasmas los que se ocupan de la morgue.

Gracias a mi tribu y, sobre todo, a mi padre, el Buen Salvaje sabe que el paso de esta vida a la otra no es más que eso: un paso más de la existencia, como la transición de la noche al día. Lo que ocurre es que no conocemos el otro lado y este desconocimiento nos provoca miedo. Pero nuestra alma humana sí que lo conoce y se pasa la vida pensando en él, buscándolo, hasta que finalmente consigue desprenderse de la carne y alcanza al fin su propio paraíso inmaterial.

La preocupación de familiares y amigos es comprensible alrededor de los hospitales pero, en el peor de los casos, hay que pensar que la muerte no es más que un alivio natural de ese dolor y ese sufrimiento que a veces nos provoca la naturaleza.

La muerte no es un adiós, es un hasta luego. Otra cosa es que echemos de menos a aquellos que se han ido y que tengamos que esperar aquí un tiempo hasta reunirnos con ellos de nuevo.

Debido a esta creencia, profundamente arraigada en mí, y a que yo estaba convencido de que mi padre no tenía nada grave, en mi pensamiento no había sitio para la preocupación. Aún así, decidí mientras desayunaba que, de vuelta al hospital, procuraría adoptar la actitud de esos familiares y amigos apesadumbrados, con el objeto de pasar desapercibido y por solidaridad con su dolor y pesadumbre.

Entonces pensé, sin maldad ninguna y sin ánimo de ofender, que la empatía es así: o la tienes o la finges un poquito.

Actualización: Después de publicar esta entrada, me enteré de que el padre de una amiga mía había fallecido de madrugada. Desde aquí deseo transmitirle mi pésame, aunque ya lo hice ayer por la tarde en persona, y pedir una oración por su alma. Se merece descansar en el cielo más que nadie, ya que era una persona genuinamente ejemplar, y que ha educado (junto con su mujer, por supuesto) a unos hijos con una personalidad y una bondad envidiables.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Las "buenas" intenciones

"¿Qué hace el sol debajo de los edificios?"
2006.








Se ha producido un cambio significativo en la forma de gobierno del Homo Progresista.

Parece que varios líderes del asentamiento español han decidido que, si la democracia es la "forma de gobierno en la que predomina el pueblo en el gobierno de un estado", su forma de gobernar va a ser exactamente la contraria: la oligarquía o aristocracia, que es el gobierno de unos pocos privilegiados.

Para conseguir esto, llevan tiempo utilizando las normas perversas, denominadas así por la doctrina jurídica, y que se definen como aquellas normas "generalmente incumplidas y generalmente inaplicadas, y que eventualmente se aplican". El concepto se explica de una manera más clara y extensa aquí por un abogado, como tiene que ser.

Así, el Homo Progresista ha hecho suya la táctica que sigue el Embusteris Politicus en Venezuela, y que lleva mucho tiempo utilizando el famoso refrán, aunque modificado: oídos necios a palabras sordas. Es decir, no hacer ni puñetero caso de las manifestaciones, reivindicaciones y peticiones de los ciudadanos, una vez elegidos democráticamente.

Parafraseando al Dios Único (y esperando no ofenderle) parece que sólo de la palabra que sale de la boca del Homo Progresista viva el hombre.

A pagar por aparcar en la calle y punto.
A negociar con terroristas y se acabó.
A pagar un cánon por copia privada y chitón.
A acatar los estatutos de autonomía y a callar.

Y el que no esté de acuerdo con lo que dicta la nueva aristocracia española se convierte automáticamente en un manipulador, un apestoso, un insolidario, un ultra y un fascista, y su palabra emponzoña todo oído que toca.

Las consecuencias de la aplicación de estas normas perversas no se hacen esperar. El ciudadano, desgastado, abandona su derecho a ejercer la democracia, derecho que no termina cuando se vota en las elecciones.

A no ser que el ciudadano se queje, vigile a las personas en las que ha delegado el gobierno de la nación y les exija que le sirvan hasta el final de su mandato, sin anteponer al bien común convicciones personales ni ingenuamente pensadas utopías, esta aristocracia conseguirá el tipo de gobierno con el que siempre han soñado los más radicales y los más ambiciosos de entre todos los maquiavelos de la historia: una oligarquía disfrazada de democracia.

lunes, 12 de febrero de 2007

La búsqueda de la verdad

"Arte Urbano: el Mono Sapiens"
Madrid. 2006.




















Hoy, 12 de febrero, se celebra el cumpleaños de Charles Darwin, un buen salvaje injustamente perseguido durante mucho tiempo.

En contra de lo que puedan pensar muchos, su libro “El Origen de las Especies”, en el que explicaba y basaba su famosa teoría de la evolución y la selección natural, ha sido uno de los avances más significativos de la humanidad y no entra en conflicto con ninguno de los principios religiosos de ninguna de las religiones.

La materia y el espíritu pueden tener características diferentes, aunque estén estrechamente unidos, pero los contemporáneos de Darwin no lo entendían así y pensaron que se trataba de un ataque a sus creencias espirituales: ¿Cómo va a descender el hombre, el amo y señor de la Creación, de un simple mono? ¿Cómo vamos a ser descendientes de un ser “impuro”, nosotros, los hijos de Dios?

En la mentalidad conservadora de la época (y celosamente orgullosa de su condición dominante) no cabía la comparación del hombre con ningún otro ser vivo de la naturaleza.

Darwin tardó en dar a conocer su teoría ya que, siendo un hombre inteligente, se dio cuenta de los problemas que le podían acarrear sus investigaciones, a pesar del prestigio como científico del que ya gozaba, y antes quiso apuntalar bien todas sus conclusiones, buscando hechos irrefutables. Sólo cuando se enteró de que otro colega de profesión se le podía adelantar, apresuró la publicación de sus hallazgos.

Como siempre, mentes retorcidas vieron en su teoría una oportunidad para atacar a la religión, que les imponía una serie de comportamientos que a los egoístas y mezquinos no suelen gustar, y aprovecharon la ocasión. Tal y como lo veo yo, su teoría explicaba el éxito del hombre (y de otros muchos animales) en la carrera por la supervivencia y en ningún momento suprimía el alma humana como causa de este éxito. Y, por supuesto, como científico que era, Darwin nunca utilizó la violencia para defender sus postulados, sino la razón pura basada en la verdad.

La historia de Darwin me ilustra sobre la necesidad de luchar siempre por la verdad, ante cualquier circunstancia, y contra viento y marea. Sin violencia, sin intimidación, intentando llegar a acuerdos, a consensos, a conciliaciones con el mayor número de gente posible.

Y, desde luego, si alguien piensa que una ideología se tiene que defender derramando sangre, mediante la coacción, la intimidación, la mentira o las medias-verdades, la anulación de la singular condición humana, mediante la violencia, el asesinato o la tortura, es que es un necio de tomo y lomo. Nunca el fin nunca ha justificado los medios y, por muy buenas que sean las intenciones, nunca deben imponerse a la fuerza.

Postdata: Como curiosidad, ¿sabíais que la cara del mono en la popular etiqueta del “Anis del mono” pertenece a Charles Darwin? Parece ser que el autor se dejó llevar por aquellas personas que malinterpretaron al científico y protestó de esta manera tan peculiar.



















(Entrada inspirada en el artículo Feliz día de Darwin, de Pepe Cervera)

miércoles, 7 de febrero de 2007

Cuando el humor se vuelve agrio

Esta mañana, me he pasado por el blog del Ezcritor, ganador del año pasado de los premios 20 blogs y, actualmente, columnista del 20 minutos, y me he encontrado expuesta esta teoría de las velocidades:

"Las mujeres disponen de dos velocidades: puta y cerda.

Mientras que los hombres estamos en velocidad cerda toda nuestra vida, ellas se mueven entre esas dos marchas.
En velocidad cerda buscan en una pareja su utilidad sexual, y solo eso, un buen cuerpo que les dé marcha.
En modo puta por el contrario buscan una utilidad práctica, rebajan su filtro sobre el físico y buscan más una buena cartera o una seguridad afectiva.

Generalmente en la adolescencia van a velocidad cerda. En el momento en el que se miran frente a un espejo y comienzan a verse viejas pasan a velocidad puta. Es ese momento en el que buscan al calzonazos de su vida para que cuide de ellas y sea el padre de sus hijos (o al menos el que los mantenga y el padre sea cualquier otro).

Una divorciada sin trabajo con dos retoños, por ejemplo, tiene un 100% de posibilidades de ir a velocidad puta y seguramente se halla divorciada porque intentó montar una familia a velocidad cerda.

A veces la evolución cerda>puta se sigue a la inversa, como con cierto caso que conozco, la llamaremos “Y”, una chica insegura de si misma y de su aspecto que necesitaba un “primo” que la hiciese sentirse una diosa, por eso se lió con un tipo feo y sin carácter que besaba el suelo que ella pisaba, incluso se casó con él, pero era demasiado joven para ir a velocidad puta. Una vez inflada su autoestima el cuerpo le pedía velocidad cerda. Por eso se divorció y se lió con el chuloputas con el que está ahora. Cuando se haga más vieja volverá a velocidad puta, con lo que su evolución quedará como puta>cerda>puta.

Los hombres por el contrario, más simples, siempre estamos en velocidad cerda. Una tía foca es una tía foca, por muy millonaria y protectora que sea, y tiene escasas posibilidades de éxito (en general..., hay excepciones de hombres que se comportan como putas, pero son la excepción que confirma la regla).

Mujeres de futbolistas: velocidad puta.
Famosas ricas: velocidad cerda.
Adolescentes seguras de si mismas: velocidad cerda.
Adolescentes inseguras de si mismas: velocidad puta.
Madres solas: velocidad puta.
Paso ente la juventud y la madurez (síndrome "me estoy haciendo vieja"): velocidad puta.
Mujeres con problemas económicos: velocidad "a toda puta".
Mujer ya casada con un calzonazos: velocidad cerda (excepto con su marido, que estará en punto muerto).
Hombres: velocidad cerda constante.

Hay gente que no sigue estas reglas. Gente que está tarada, chiflados, gente con trastornos de la personalidad. Esta gentuza busca otro tipo de utilidad llamada (generalmente porque papá o mamá no los querían...). En cierta forma van a velocidad puta, pero solo en busca de afecto. Cuando se trata de una chica puede conseguir cierto éxito: es decir un tipo que se la trajine a cambio de cuidar de ella. Pero un hombre que trate de hacer lo mismo (seguir esta estrategia) se queda más solo que la una. Porque las mujeres buscan al chulo de su vida, no otra puta llorona con la que compartirla."

En un principio me ha hecho gracia, a pesar de ser lo más zafio, machista, parcial, grosero y maleducado que he leído nunca.

Pero, a raíz de que un amigo me ha preguntado acerca del autor de semejante escrito, he reflexionado más profundamente acerca de esta teoría.

La teoría, copiada de un comentario de este exitoso blog de la edición digital del diario 20 minutos, es una de las muchas falacias que circulan por nuestros correos electrónicos, foros o chats cibernéticos.

A estas teorías son a las que llegan la nueva generación de chamanes (intelectuales, traducido al idioma del Homo Moderno), cuya formación ha corrido a cargo de unos padres incapaces de hacer un esfuerzo por educar a sus hijos, con la excusa de dejarles en libertad, para que aprendieran ellos solos. La televisión ha hecho el resto.

En un principio me ha hecho gracia, sí, pero ya no la tiene tanto cuando piensas que esta teoría puede llegar a convertirse en realidad, dada la degradación del nivel intelectual, ético y moral de una sociedad que trata de que los menores de edad y adolescentes se llamen así precisamente porque "adolecen" la falta de todo tipo de principios, empezando por la buena educación.

Reírme inconscientemente de esta vulgaridad me ha hecho pensar sobre la basura de estímulos que recibo a diario, a la que no presto atención o, incluso, dejo que contaminen mi alma.

Espero que esta indolencia, que inunda el mundo del Homo Moderno, no vuelva a manchar nunca la inocencia del Buen Salvaje. Y le deseo lo mismo a vuestras almas.

De lo obvio y lo vulgar

Mucho se habla del terrorista De Juana. Demasiado.

Voy a dejar constancia aquí de un par de cosas concretas que he pensado sobre este triste asunto, en el que no volveré a perder tiempo nunca más.

Siempre se ha dicho que el mayor logro del demonio es hacer creer a los demás que no existe. De Juana se ha disfrazado de corderito para esconder el demonio que lleva dentro. Por mucha huelga de hambre, por mucha pena que dé su cuerpo (carcasa de un alma podrida) por mucho que se llene su boca halitosa de la palabra “paz”, pervirtiendo y retorciendo su significado real, espero que no consiga engañar a los españoles. Ni a los extranjeros. Esconder el demonio criminal que lleva dentro, de aquellas personas que abogan por la justicia y que buscan la verdad, debería ser considerado como una tomadura de pelo.

En cualquier parte del mundo, si un ser humano mata a 25 personas, es considerado un asesino en serie, un criminal, un perturbado mental y, como poco, un monstruo. Poco le va a importar a los jueces las quejas, lamentos, justificaciones, huelgas de hambre o lo que quiera o pretenda hacer el asesino para eximirse de culpa. Si hay pruebas de sus crímenes, se le juzga, se le condena y se le encarcela. No existen atenuantes por “motivos políticos” para los asesinos en serie ni reinserción para un reincidente.

He dicho. Y ya he hablado demasiado de este tema.

domingo, 4 de febrero de 2007

Prácticas inhumanas

"Tejido Natural". Baños Árabes de Palma de Mallorca. 2006.











La noticia de unos padres que van a ir a Bruselas, para concebir un hijo que tenga una médula ósea 100% compatible con el hijo que tienen actualmente, aquejado de una rara enfermedad degenerativa y de fatal desenlace, que necesita un trasplante en menos de 2 años, me ha dejado completamente helado.

Por muchas vueltas que se le den, la noticia no es que unos padres quieran salvar a su hijo, ¿qué clase de desalmado no querría salvar a su hijo?

Tampoco es que haya un avance médico tan grande, que existan los recursos necesarios para concebir a un hijo 100% compatible para salvar una vida.

No es que se tengan que ir a Bruselas porque aquí no tengamos los medios técnicos para hacerlo ni porque sea ilegal en España. Se puede hacer desde la aprobación de la Ley de Reproducción Asistida del 2006.

No, no nos engañemos, la noticia no es ninguna de la anteriores.

La noticia es que van a ir a Bruselas, le van a extraer varios óvulos a la madre, van a fecundarlos, van a esperar tres días, van a hacerles la prueba de compatibilidad a los embriones humanos y, si alguno da positivo, implantarán el embrión en el útero de la madre. El resto de embriones (sean los que sean), van a ir a dar con sus huesos a un congelador belga.

Al Buen Salvaje, buscando paralelismo, sólo se le ha ocurrido pensar en una cosa parecida a esta práctica "médica": el canibalismo.

Muchas tribus, a las que el Homo Moderno considera salvajes (en el sentido literal de la palabra), practican desde tiempo inmemorial el canibalismo con sus enemigos, con sus amigos, con los exploradores blanquitos o incluso, con su propia familia. Utilizaban sus cuerpos para alimentarse.

Cruda, hervida, a la plancha o asada, la mayoría de estos gourmets de la carne humana dicen que así adquieren la fuerza del ser humano comido o mantienen vivo el espíritu del ser querido. O, simplemente, no pueden (o no quieren) comer otra cosa, porque esa ha sido su dieta durante milenios. Lo que les sobraba, se guardaba en salmuera (ya que no hay frigoríficos en la selva) y se almacenaba para otro día.

Llega el Homo Moderno y se escandaliza de semejantes prácticas, lógicamente. Persigue y condena con ferocidad esta horrible costumbre y a estos salvajes inhumanos, grotescos y absolutamente viles, hasta hacerles entender la salvajada que constituye comerse a otro ser humano por placer, teniendo animales y plantas a mano.

Pero ahora resulta que, el Homo Moderno, el adalid de la moral, la ética y las buenas costumbres, necesita utilizar la carne de otro ser humano para perpetuar una vida. Y, encima, carne fresca, es decir, CARNE TODAVÍA VIVA.

Y la que no se utilice (los embriones que no son 100% compatibles), TAMBIÉN VIVA, se irá al congelador.

La única diferencia que encuentro entre esos salvajes caníbales y esta práctica frankensteniana es que los salvajes, por lo menos, esperaban a que la vida escapara de su comida antes de zampársela o, siquiera, de almacenarla.

Porque las dos prácticas, con más o menos tecnología de por medio, siguen siendo de una BRUTALIDAD, CRUELDAD, FRIALDAD y DESPRECIO POR LA VIDA dignas de alguien absolutamente desalmado y falto de toda humanidad.

PD: Todavía ando buscando la noticia que me confirme que no matarán al bebé que crecerá dentro de la madre para hacer el trasplante de médula ósea, mediante algún aborto legal de esos que se gasta el civilizado Homo Moderno, lo que ya me parecería una escena de pesadilla, digna del Goya más negro.